¿Y por qué Penal?

Por Fernando Flores de León

El 12 de julio se celebra el día del abogado, ya que aquel día de 1553 Fray Bartolomé Frías y Albornoz dio la primera cátedra de derecho en la Real y Pontificia Universidad de México.

De manera particular, familiares, clientes, amigos cuando me inquieren respecto de mi profesión, la primera pregunta es ¿por qué elegía la materia penal?, seguida por ¿no es muy peligroso?

Suelo responder que no es peligrosa como tal la materia, lo peligroso es comprometerse a aquello que no se puede cumplir y vaya eso es peligroso en cualquier profesión, pues toda persona busca conformar un prestigio en lo que sea que se dedique, ello garantizará tener un modo honesto de vivir.

Hoy a propósito del Día del Abogado en México, comparto con los lectores mi gusto por esta profesión. Soy litigante penalista y eso me genera la mayor satisfacción profesional que sea posible.

El penalista tiene una muy importante función y utilidad no sólo visto desde el punto de vista como sujeto procesal; la utilidad que tenemos quienes somos conocedores del derecho y logramos hacer asequible a las personas, el ejercicio de un derecho.

Tener un conflicto de trascendencia penal, es quizás de las circunstancias más desoladoras que pueda enfrentar una persona, después de una cuestión de salud o incluso de vida o muerte.

Que la víctima no sea oída, que no se le permita acceder a la justicia, obtener una reparación del daño; la persona que es exhibida públicamente como “presunto” responsable de un hecho delictivo y la estigmatización a su persona y familia, son cuestiones que generan un rechazo social y gran frustración para quienes se sitúan en esas hipótesis.

Pues he aprendido en la práctica forense, que no toda aquella persona a quien se le atribuye un hecho, realmente lo cometió; he podido atestiguar cómo -en ocasiones- el Estado vuelca sus instituciones, sus casi infinitos recursos humanos, técnicos, tecnológicos, económicos para construir una mentira y a partir de ahí, fincar una responsabilidad penal.

Es sumamente desgastante y difícil ir contra una estructura institucional volcada para mentir, insisto, cuando se dan esos supuestos; o por el contrario, cuando las instituciones se erigen para proteger al infractor, en perjuicio de la víctima.

Es en estos supuestos cuando el trabajo, talento, sagacidad y entrega del litigante penalista logra conducir a su cliente y su problemática hasta la solución. Esa es la función social que principalmente descansa sobre los hombros de las y los Abogados Penalistas.
Para quienes nos apasiona esta profesión, es casi imposible tener una charla casual sin desembocar en un análisis jurídico de cualquier circunstancia, simplemente siempre terminamos hablando de derecho.

Recuerdo una ocasión departía con un colega a quien estimo y admiro en demasía, referíamos precisamente lo anterior y lo justifiqué diciéndole: “quienes decidimos estudiar la carrera de Abogado, no sólo elegimos una profesión, ese día en que nos matriculamos, decidimos una forma de vida…”.

Por el enorme gusto y amor que le tengo a mi profesión, por ser el 12 de julio el día en que celebramos el Día del Abogado, es que me tomé la libertad de no abordar un tema jurídico penal, para el cual se especializa “La Querella Digital”, hoy sencillamente, quise compartir -en éstas cuantas líneas- con los lectores, mi gran pasión y respeto que le tengo a esta noble profesión y la relevancia y utilidad social que tiene la especialidad Penal.

Fernando Flores de León

Litigante Penalista.

@fernandofdleon

@fernand57853309