Fabiola Hernández
La mayor parte del aparato político del gobierno federal está dedicado a impulsar a Claudia Sheimbaum y a Adan Augusto López en sus aspiraciones de convertirse en candidatos de Morena a la Presidencia. La mayor parte de los gobernadores también han sido inducidos a actuar en esa ruta. Haciendo uso de los recursos políticos y materiales a su alcance han desarrollado una verdadera campaña como en los tiempos del viejo régimen. Los mas viejos recuerdan la cargada para legitimar una decisión tomada. Estas irregularidades evidentes para todos han sido toleradas sospechosamente por las supuestas autoridades partidistas; y, a los ojos de la mayor parte de los ciudadanos ha quedado claro que la verdadera intención de todo esto es impedir que Marcelo Ebrard consolide su posición como el candidato idóneo para suceder a Andrés Manuel López Obrador.
A pesar de estas evidentes ilegalidades electorales el Canciller ha mantenido en todo momento una actitud responsable cumpliendo sus obligaciones oficiales y dedicando el tiempo restante a fortalecer su posición; lo hace, con una estrategia para aparecer cada vez más fuerte y cercano a la gente. Ha tenido la paciencia de dirigirse formalmente a los agentes operadores del partido para exigir piso parejo primero, y para demandar el establecimiento de reglas que impidieran esta cargada en favor de sus competidores. El silencio ha sido la respuesta constante hasta que el propio Presidente de la República tuvo que intervenir en semanas pasadas para encarrilar el proceso. Lo va conducir es el mensaje, y lo hará, ha dicho, respetando a todos. Habrá que ver si resiste la tentación de convertirse en el elector de facto imponiendo a quienes han desarrollado la cargada para atacar a Marcelo.
Ls encuestas publicadas estos días muestran que a pesar de las evidentes irregularidades, de la enorme cantidad de recursos invertidos en redes sociales, en impresos, en bardas, anuncios, convenios con medios de comunicación y de la operación de la estructura de Morena y de operadores de programas sociales, Marcelo Ebrard mantiene la contienda empatada técnicamente. Los estudios recientes lo ubican unos con 5 o 6 puntos de ventaja o desventaja según la muestra, en el margen de error pues. La famosa encuesta mostrará como Marcelo no solo ha resistido la andanada, sino que comienza a crecer gracias a su mayor presencia y a que la población lo identifica ya no sólo como el mejor, sino ahora, como aquel al que se le quede perjudicar a la mala.
A estas alturas es muy difícil que le ganen sin la consecuencia de calificar el hecho como una imposición política. Ha ganado la legitimidad del triunfo en el inconsciente colectivo. Los estudios de opinión no muestran esa intención oculta que se guardan los ciudadanos para apoyar al que tiene la autoridad moral para reclamar la victoria. La misma que tuvo López Obrador en 2018, ahora en este proceso esa calidad moral la tiene Marcelo, y por eso está en la ruta de convertirse en candidato y luego en Presidente.
A la buena no le ganarán.