Por Rodríguez Granados Avryl
Como estudiante de la licenciatura de Derecho, me pronuncio en este escrito con un terrible sentimiento ante el octavo aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Una fecha triste, polémica y que actualmente revela la verdad oculta de un suceso histórico fatídico que nos toca el alma y el corazón a todos los mexicanos.
El 24 de septiembre del presente año, la periodista de nombre Peniley Ramírez, devela múltiples datos sin censura de chats y documentos emitidos por la Fiscalía respecto del caso Ayotzinapa obtenidos por una vía alterna. La intención, era desenmascarar una mentira, un encubrimiento nacional que ha perturbado por ocho años consecutivos la paz física y mental de los familiares de las víctimas.
A raíz de su opinión, plasmada en el periódico Reforma donde relata la manera tan cruda y desgarradora el asesinato, quema, enterramiento, y desaparición de los cadáveres de los normalistas, puedo concluir, así como todo aquel que leyó dicha columna y el informe cronológico de las evidencias lo siguiente.
La primicia de la historia se concentra en el Ejército y su actuar doloso y escalofriante por órdenes de un funcionario, José Luis Abarca. La orden, fue emitida por el entonces coronel del ejército José Rodríguez y la misma se manifestó con el propósito de asesinar a todos los involucrados, en palabras de Abarca “no quería a ningún estudiante vivo”. La distorsión de la historia se da cuando los criminales partícipes fueron avisados de que los estudiantes trabajaban para una organización criminal contraria.
Y de lo anterior, se deduce una verdad irrefutable, tanto el ejército, los criminales, y amigos de Andrés Manuel (los Abarca), mintieron, encubrieron y negaron una verdad que conocían desde hace tiempo.
Su preocupación del gabinete presidencial y del gobierno en turno por resolver el caso Ayotzinapa fue fingida, a mi parecer, con el único fin de ganar votos y continuar con el populismo político que se les da muy bien. La propia ética de las autoridades es un deterioro moral abismal, una falta de empatía, de educación y principalmente una demostración de su degradación humana, que no les da remordimiento alguno, por cierto.
Es impresionante que, al titular del ejecutivo, le sea de mayor relevancia castigar o censurar a la periodista por actos de “difamación” cuando ella solo hace lo que su trabajo le demanda, que castigar a los responsables de tal atrocidad. Es decir, la indignación por el descubrimiento de los hechos tiene más peso que los hechos mismos.
Fiódor Dostoyevski diría “es un crimen sin castigo”, y la lógica de esta frase es sencilla, los intereses partidistas y principalmente las conexiones del gobierno con la SEDENA, son causales de la violación de derechos como el de libertad de prensa, acceso a la información, libertad de expresión, transparencia y otros. Aún más cuando en México, el tema de hoy por hoy es la militarización del país, el presidente no puede quedar mal con los altos mandos del ejército y con sus seguidores que respaldan sus ideologías.
Me pregunto, ¿cuánto habrá presionado el ejército al gobierno federal para que la Fiscalía General de la República deshiciera órdenes de aprehensión en contra de militares? Nunca se había retractado la FGR sin argumentos fundados y motivados de la toma de decisiones de la institución. Claro está, que, si existiera enojo o molestia del Ejército, en un supuesto de gravedad, podría suscitar esto en un golpe de Estado.
El caso Ayotzinapa, es uno de los casos más marcados en la historia penal y de la historia política, como uno de los más desaseados, oscuros y traumáticos a nivel nacional. Es una muestra de que el sistema político siempre ha actuado así a través del tiempo, el 2 de octubre de 1968 o Rosendo Radilla son algunos ejemplos.
Quizá nos enteremos de lo que pasó en realidad dentro de algunos años, mientras tanto, sigue siendo este como muchos, un engaño más del que se ha aprovechado el gobierno a costa de una historia de horror bélico, y por más que se trate de desestimar el caso durante los días siguientes, la certeza, es que la verdad salió y se les cayó su “teatro”.
Veamos si se sigue respaldando la propuesta de la militarización o si por fin, este evento será el detonante de un abrir de ojos para con la defensa del Estado Democrático de Derecho, en donde nos aseguremos que la justicia esté al alcance de todos y no solo de algunos con poder.
Avryl Rodríguez Granados
-Estudiante de Facultad de Derecho UNAM
-Diploma en “Congreso Nacional de Derecho Civil”
-Foro “Hablemos de México” Encuentro Juvenil 2021
-Apasionada del Derecho Constitucional y Derecho Penal
-Fundadora del “Curso de Introducción a la Licenciatura en Derecho” Julio 2022
-Tenista en Hacienda Resort Fitness Center
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