La revocación de mandato 2027

Ricardo Peralta Saucedo

El 14 de septiembre de 2021 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley Federal de Revocación de Mandato, que emana de la Fracción IX del artículo 35 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y se refiere primordialmente a la iniciativa enviada por el Presidente de la República que se relaciona también con una de las propuestas de campaña del licenciado Andrés Manuel López Obrador.

De las diversas formas de democracia participativa, la revocación de mandato amplía el derecho político de las y los ciudadanos para votar respecto a la revocación o ratificación de facto del mandato de quien haya sido electo Presidente de la República, lo anterior mediante el sufragio universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible.

La ley señala que la autoridad administrativa y judicial para fungir como organizadora y árbitro de tal proceso es el INE y el TEPJF.

Este proceso que se desarrolló de manera inédita en nuestro país en el año 2021 pretendió, conforme a la norma, determinar o no la conclusión anticipada de las funciones del titular del Ejecutivo federal a partir de la causal de pérdida de la confianza.

Este procedimiento debe promoverse durante los tres meses posteriores a la conclusión del tercer año de gobierno de quien ostente la Presidencia de México, y debe enviarse la solicitud de proceso ante el INE recabándose firmas ciudadanas para la revocación del mismo mandato, el Instituto Nacional Electoral tendrá que diseñar todos los mecanismos electrónicos para efecto de iniciar el procedimiento. Una vez cumplidos todos los requisitos, el INE deberá organizar una jornada única para preguntar lo siguiente: ¿estás de acuerdo en que a (nombre), Presidente/a de los Estados Unidos Mexicanos se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?

Para que la revocación de mandato se le considere vinculatoria se requiere de, cuando menos, del 40% de la votación de las personas inscritas en la lista nominal de electores, si fuese el caso de los que consideren que sea revocado su periodo de gobierno; solo así el titular de la Presidencia de la República sería separado definitivamente del cargo previa declaratoria de revocación del Tribunal Electoral y conforme al artículo 84 de la Constitución.

Este inédito procedimiento que se efectuó históricamente en nuestro país sólo alcanzó el 6.44% en favor de la revocación en la que fue sometido el presidente Andrés Manuel López Obrador, el 91.86% decidió que siguiera en la Presidencia de la República, lo anterior conforme a la información del Instituto Nacional Electoral, donde 16 millones 502 mil personas emitieron el voto correspondiente.

Este proceso, que llegó para quedarse en la vida democrática de nuestro país, se podrá aplicar en el año 2027, es decir, a partir del mes de noviembre de ese año, convirtiéndose en uno de los retos que tendrá el o la gobernante que sea electo en el 2024, bajo esa lógica, las características de quien ostente la Presidencia de México, además de la capacidad de gobierno y la empatía con el pueblo, tendrá que garantizar que su gestión como gobernante mantenga la llama de la aceptación que lo ratifique a la mitad de su periodo.

De los ya conocidos aspirantes a la Presidencia de México por el partido Morena, que son 4, Adán Augusto López HernándezRicardo Monreal ÁvilaMarcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, ¿quién tendría ese arraigo popular que lo haga tan cercano a la gente y a la figura emblemática del presidente Andrés Manuel López Obrador para concentrar y conservar el ánimo de aceptación?

No sólo es el resultado de las acciones en el ejercicio público que son sumamente importantes, sino la química natural que es un don genético que no se puede producir ni fingir en escenarios electrónicos ni con campañas mediáticas, pues forma parte del perfil carismático natural de los aspirantes.

Adán Augusto López Hernández es el único que reúne los suficientes atributos para pasar una prueba del ácido a la mitad de su gobierno, es tal la cercanía entrañable de su propio perfil que lo hace el idóneo para no poner en riesgo el aún largo futuro de la transformación de México.

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