LA REALIDAD Y LOS DERECHOS HUMANOS


Por Anahi R. Monreal Herrera


La historia de la humanidad tiene una constante permanente, la lucha interminable por la dignidad humana (entendida en sentido amplio), uno de los logros de esta lucha surgió en 1946 con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, justamente a la mitad del siglo XX, siendo este un siglo de terror, como lo describió Galeano “ el siglo XX nació anunciado paz y justicia; pero murió bañado en sangre y dejó un mundo más injusto que el que había encontrado, el siglo veintiuno que también nació anunciando paz y justicia está siguiendo los pasos del siglo anterior”.

Frase que es una afirmación, pero cabe preguntarse porque si la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que allanó el camino para más de setenta tratados de Derechos Humanos que se aplican permanentemente en todo el mundo, ¿porque la décima parte de la población mundial vive con menos de dos dólares al día?, ¿porque aún existen millones de personas que no saben leer y escribir? ¿Se abolió la esclavitud o su nueva forma es mantener a la gente pobre y desinformada?, cuestiones solo por esbozar la situación internacional.

Es importante mencionar que en los Sistemas Jurídico-Políticos existentes en los cinco continentes, encontramos un fuerte contraste entre el texto de las Constituciones, queda claro que por una parte reconocen prácticamente la totalidad de los Derechos Humanos y la realidad social de dichos países; pero por el contrario nos enfrentamos ante el principal obstáculo y es precisamente hacerlos efectivos en las concretas relaciones sociales, en la vida cotidiana y en la esfera jurídica de un correcto Estado de Derecho y estas situaciones van mucho más allá que solo consagrarlos.

Los Derechos Humanos histórica y principalmente son violados por quienes ejercen el poder del Estado con los poderes que le son inherentes: militar, económico, político, judicial, legislativo, etc. en este ámbito México tiene huellas indelebles de violaciones sistemáticas de Derechos Humanos, que han marcado profundamente al Estado Mexicano como el movimiento estudiantil del 68, Tlatlaya, Atenco, Ayotzinapa, solo por enunciar algunas, se suma a esta lista además los cientos de miles de personas desparecidas, pueblos originarios desplazados, trata de personas, comunidades.

Ciudades y Estados cercados por la delincuencia organizada, sin pasar por alto las tantas personas que a diario mueren en la clandestinidad de la delincuencia (durante los últimos tres años 17 mil 700 homicidios fueron reportados cada año, según las estadísticas del INEGI), pero lo más alarmante y triste de esta historia es que sigue aumentando la estadística, y si nos abocamos a una realidad donde eso es lo que somos “una estadística” difícilmente serán consagrados estos Derechos por los que tanto se ha peleado a lo largo de los años, por ello es necesario restaurar el valor de la dignidad humana y el significado de los Derechos Humanos, que estos dejen de ser una palabra siempre usada y escasamente aplicada.

Entender el derecho desde el lado más humano, es hoy el desafío más importante para cualquier estudiante, practicante o litigante, que desde su profesión hará un servicio para ayudar a alguien en conflicto, restructurar la idea del porque se practican y ejercen las leyes y no sólo como un medio de ingreso económico.

Asumir que hay una revolución inconclusa, que los Derechos Humanos y la dignidad que conllevan, no son un evento histórico, pero si un preámbulo del futuro pues «Las violaciones de los derechos humanos de hoy son la causa de los conflictos del mañana”; por ello la importancia del litigio estratégico en Derechos Humanos, entendido este como el compuesto de acciones, particularmente jurídicas y comunicativas, encaminadas a garantizar la justiciabilidad de los Derechos Humanos ante instancias nacionales o internacionales, con la finalidad de erradicar las condiciones que fomentan las violaciones de estos Derechos, siendo importantísimo no entenderlo en sentido estricto o aplicarlo sólo en situaciones especiales, casos paradigmáticos o de reconocimiento internacional, sino que en cada decisión, acto procesal que forme parte del litigio más simple u ordinario aplicarlo, darle sentido y la correcta aplicación de que los Derechos Humanos son para todos, dejar de ser cómplices al omitir y al no evidenciar esas nocivas prácticas donde se utilizan para generar impunidad o retrasar la justicia, debemos de ser responsables al tener conocimientos jurídicos, se tiene que fomentar, educar, divulgar y poner en práctica un estándar de respeto a los Derechos Humanos, solo así podremos continuar luchando por un mundo que no sólo sea la casa de poquitos y el infierno de la mayoría.

Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Chihuahua
Maestra en Derechos Humanos y Perspectiva de Género, por el Instituto Estatal de Seguridad Publica
Agente del Ministerio Público del fuero Común