Por Andrés Peralta Vargas
Han pasado muchas décadas desde que Al Capone compraba lavanderías y negocios similares que funcionaban con dinero en efectivo en denominaciones pequeñas para mezclar las ganancias de esas actividades legítimas con sus ganancias ilegales derivadas de la prostitución y la venta de alcohol.
Debemos recordar que el lavado de dinero es el proceso utilizado para ocultar y disfrazar mediante diversos mecanismos el origen del producto de actividades ilícitas, a fin de darles una apariencia de “legitimidad”, es decir, la realización de todo tipo de operaciones para disimular la procedencia delictiva de dinero, activos, bienes y derechos, a fin de invertirlos impunemente en los circuitos financieros o económicos lícitos.
Sin embargo, en la actualidad, las principales organizaciones criminales internacionales están encaminadas hacia una profesionalización, dado que se caracterizan por contar dentro de sus estructuras organizacionales con personas que tienen amplios conocimientos en derecho, contabilidad, y temas financieros, mismos que particularmente son utilizadas para lavar sus ganancias obtenidas de otras conductas delictivas.
Esta tendencia hacia el “profesionalismo” surge por la necesidad de minimizar riesgos, cumpliendo con cierto tipo de legislaciones, tales como las leyes fiscales (pago de impuestos) y maximizar las oportunidades, para lo cual utilizan diversos métodos tales como lo son el análisis, la administración de riesgos y el uso de tecnología.
Algunos de los esquemas para lavar activos que frecuentemente se usan son: los llamados “smurfs”, importaciones, exportaciones, bienes raíces, obras de arte, criptomonedas, NFTs, empresas fantasma, simulación de préstamos, casinos y el uso de la banca cibernética, mismo que resulta sumamente atractivo para los lavadores de activos, ya que operan en un ambiente que les facilita ocultar su identidad, las transacciones son instantáneas y no tienen fronteras, por lo que el dinero u activos llegan a aquellos países que carecen o tienen escasa regulación en contra del lavado.
Por lo anterior, existen organizaciones intergubernamentales como el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), cuyo objetivo consiste en establecer normas y promover la aplicación efectiva de las medidas legales, reglamentarias y operativas para combatir el lavado de dinero y otras amenazas relacionadas con la integridad del sistema financiero internacional.
Finalmente, cabe destacar que México es parte del GAFI y que ha dado cumplimiento a sus recomendaciones, y por ello hemos observado un combate frontal en contra del lavado de activos, mismo que tomó mayor relevancia desde el inicio del Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, esto a través de diferentes dependencias tales como la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Servicio de Administración Tributaria (SAT), Procuraduría Fiscal de la Federación (PFF) y la Fiscalía General de la República (FGR), quienes han puesto en descubierto grandes casos de corrupción política y que ponen en evidencia el decadente aparato gubernamental que se tuvo en el pasado.
Andrés Peralta Vargas