Por Georgina Aguillón del Real
“Mi crimen es lo bastante grande para que yo diga lo que es.”
Christine Papin.
Este caso fue considerado por Jacques Lacan en su Tesis doctoral “De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad”, en el capítulo denominado “Motivos del Crimen Paranoico: El crimen de las hermanas Papin”.
También Jean Allouch, Erik Porge y Maytte Viltard escribieron el libro “El doble crimen de las hermanas Papin”, ahí describen el caso que a continuación narramos:
“El cuerpo de la Srita. Lancelin está en primer plano. Su calzón (en el sentido que entonces tenía ese término) fue parcialmente bajado dejando ver la nalga derecha cortada. La foto permite medir la importancia, la profundidad de lo que Léa llamaría las […] Las dos víctimas fueron encontradas extendidas en el descanso del primer piso y otra aún vestidas con sus abrigos. La Sra. Lancelin estaba de espaldas, con la cabeza volteada hacia la derecha, la Srita. Lancelin estaba de cara al suelo, una y otra con la falda levantada y el calzón bajado. Todo indica que fueron atacadas en el momento en que acababan de regresar, antes de que hubieran tenido tiempo de desvestirse. […] La Señora y la Señorita Lancelin fueron muertas casi sin lucha, con un encarnizamiento y un refinamiento de crueldad de los que la literatura médico-legal ofrece pocos ejemplos. Los instrumentos del crimen fueron múltiples: jarro de estaño, martillo, cuchillo y el hecho más particular del crimen es el arrancamiento de los ojos con la ayuda de los dedos en las víctimas aún vivas, pero incapaces de defenderse, porque ya estaban debilitadas pr las considerables heridas”
El crimen puede ser considerado como folie à deux, o locura de dos, donde Christine es quién inicia a realizar el acto criminal y posteriormente solicita a su hermana Léa que haga lo mismo, Christine mató a la señora y Léa mató a la señorita Lancelin. En aquella época Parisina, en Le Mans el 2 de julio de 1933, se explicaba el crimen desde el punto de vista social, que era como una venganza de la clase baja a la clase alta, pero el psicoanálisis va más allá de la posición social como tal. Poco antes del asesinato las hermanas Papin habían dicho a los gendarmes que estaban siendo perseguidas, quizá ahí ya existía un esbozo de la paranoia y un paso del acting-out, pero al no ser escuchadas, el paso al acto viene a conformar que se le arranque la certeza a la angustia, en su posición paranoica.
El psiquiatra Benjamín Logre estuvo presente como perito por parte de la defensa de las hermanas Papin, él no las pudo valorar de manera directa, sin embargo el diagnóstico que emitió fue de “anomalía mental engendrada por una histero-hepilepsia con perversión sexual e ideas de persecución”. Chistine recibió su sentencia de muerte de rodillas, pero se le conmutó su pena en prisión perpetua, tiempo después debido a crisis delirantes se le internó en el asilo de Rennes donde morirá por las consecuencias psíquicas de la separación de su hermana Léa, debido a caquexia vesánica, en el caso de Léa cumplió su condena y 10 años después de su sentencia salió de la cárcel y murió en el año de 1982.
¿Y la mamá de las hermanas Papin?, ¿y su padre?, las hermanas Papin no solo eran dos, sino tres, Emilia quién se convirtió en monja, debido a que se sospecha que su padre Gustave la agredió sexualmente, la madre de las hermanas Papin no se hizo cargo de ellas y siempre las envió a hogares de acogida y posteriormente como trabajadoras de servicio doméstico en hogares burgueses, Chistine y Léa también con la madre, al igual que con la señora y señorita Lancelin no tenían mucha comunicación, no existía paso a la palabra, y Christine tomó el papel maternal para Léa, y en esa relación existía un vínculo incestuoso entre las hermanas, estaban todo el tiempo juntas, no tenías amistades, no tenían pareja, casi no hablaban con nadie, solo tenían la relación que ellas mismas habían creado en su mundo fraterno-materno-incestuoso. Chistine dice: “creo que en otra vida yo debería ser el marido de mi hermana” En el interrogatorio de Christine el 25 de julio de 1933 refiere lo siguiente: “Me gustaría mucho ver a mi hermana y ser puesta con ella durante mi detención”
En la relación que tenían las hermanas Papin y la madre e hija Lancelin, no existía la palabra, de hecho Lacan refería que el apagón que hubo la noche del homicidio, y consecuentemente hubo un problema de corriente y descompuso la plancha, que eso fue lo que detonó el pasaje al acto, el “apagón” materializaba el silencio entre las hermanas Papin y las señoras Lancelin, “no pasaba corriente” pues no se hablaban, el corte de corriente considerado literal como un corto circuito, desde la posición subjetiva, lo “no-dicho”, y justo las herramientas con las que fueron asesinadas son objetos de casa, de lo que representa lo ominoso “Das Unheimlich”, como el retorno de lo reprimido que no cesa de insistir hasta que fue escuchado por el Otro y el otro, y en lo ominoso aparece el Real, bordeando a la castración, como forma de autocastigo.
La enunciación del criminal respecto a su acto delictivo, no opera el significado, ya que dentro de la cadena significante pueden existir otros significados, por ejemplo, a una “asesina serial” mexicana se le nombraba como “mataviejitas”, pero ese significante a ella en particular, no le representaba un significado, sin embargo, el que la nombraran como “ratera”, eso sí tenía una repercusión en el significante-significado. En el caso de las hermanas Papin, a Christine le pesó más la separación de su hermana Léa que la sentencia que le dieron, y a partir de ese momento comenzó a tener en su encarcelamiento alucinaciones, dejó de comer, tenía episodios catatónicos, y el 18 de mayo de 1937, es decir 4 años después de su sentencia falleció de inanición, y su certificado de defunción decía “caquexia vesánica” “poco antes del estallido de la II Guerra Mundial murió. Su informe se perdió en el incendio del manicomio, a causa de un bombardeo de la aviación aliada durante la ocupación nazi. Léa salió de la cárcel el 3 de febrero de 1943. Sus huellas se pierden por completo en los ojos dl guardián de la prisión, que fue el último en ver su menuda figura enlutada alejándose de allí con una maleta en la mano” (Fernández, A. (1984). El furor mortal de las hermanas Papin. Periódico El país. España)
Para concluir mencionamos que Léa Papin declara: “Todo lo que ha dicho mi hermana es exacto, los crímenes ocurrieron exactamente como ella se los narró. Mi papel en este asunto es absolutamente el que ella le indicó. Yo golpeé como ella y tanto como ella, afirmo que no habíamos premeditado asesinar a nuestras patronas. La idea nos vino instantáneamente cuando escuchamos que la Sra. Lacelin nos hacía reproches. Igual que mi hermana, no lamento el acto criminal que cometimos. Como mi hermana, prefiero haberles quitado el pellejo a mis patronas a que ellas me hubieran quitado el mío.” Jean Allouch. El doble crimen de las hermanas Papin.
Psicoanalista de orientación freudiana y lacaniana
Perito independiente en psicología jurídica y forense.
Consultor técnico en psicología.
Docente a nivel superior de diversas Universidades Públicas y Privadas.
Twitter:
@AguillonDel